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jueves, 18 de junio de 2009

Los comicios serán un espejismo hasta que las fuerzas ciudadanas se renueven: Montemayor

El escritor considera que la “resistencia retórica” impide saber qué tan cerca está una guerra civil

Elio Henríquez
Corresponsal (La Jornada)

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 25 de mayo. “La resistencia retórica del país nos impide comprender a qué grado la crisis del narcotráfico y de las organizaciones guerrilleras en México constituye ya un preámbulo de guerra civil”, afirmó el escritor Carlos Montemayor.

Sobre los comicios del 5 de julio para renovar la Cámara de Diputados, opinó que las elecciones serán “un espejismo mientras las fuerzas ciudadanas no se renueven, no crezcan y no intervengan de manera decisiva en los procesos electorales, que cada vez más representan una disputa entre elites de partido y no de proyectos nacionales de base ciudadana”.

Sostuvo que cada vez las dirigencias de los partidos políticos “son más semejantes. Sus diferencias son esencialmente escénicas, no de sustancia”, por lo que “la salida o el cambio saludable político en México no puede derivar de las elites de los partidos políticos; solamente puede surgir de un cambio sustancial de las acciones, fuerzas o transformaciones ciudadanas”.

En entrevista, consideró que la reciente declaración del ex secretario de Hacienda José Ángel Gurría de que la economía de México “‘es un desastre’, es muy adecuada, pues estamos ante la demolición por los efectos de las políticas neoliberales de México. El país está en demolición, no como dice retóricamente Felipe Calderón, que en el camino correcto. Está en la demolición, en el abismo, en la caída precipitada del desmantelamiento total”.

El término “Estado fallido”, dijo, es un concepto forjado desde la perspectiva de los analistas y asesores del Pentágono en Washington, “pero sus conclusiones no están muy alejadas de la realidad económica del país, que está en el sótano del desarrollo económico del continente”.

México “está en bancarrota, no tiene recursos propios ni en ciencia, salud, pensiones, seguridad social ni en seguridad pública”.

El escritor e historiador se refirió también a la tendencia oficial de criminalizar la protesta, y señaló que “adelantarse en términos legislativos y judiciales a la criminalización de la inconformidad social es confesar que las condiciones sociales, políticas y económicas de México van a detonar un proceso de inconformidad social creciente”.

–Hay advertencias de que el país podría sufrir una guerra civil –se recordó al autor de Guerra en el paraíso.
–Las guerras civiles tienen una tipología en el derecho internacional muy clara. La tradición mexicana acerca de sus conversiones sociales ha sido también muy explícita, y vigorosamente expuesta en foros nacionales e internacionales. México ha criminalizado siempre la inconformidad; no ha firmado los protocolos de Ginebra sobre los conflictos bélicos internos. El Ejército Mexicano se ha opuesto siempre a suscribir los convenios internacionales que protejan los derechos de combatientes internos.

“La guerra civil, los alzamientos armados, las rebeliones, los movimientos guerrilleros han sido siempre considerados por el gobierno mexicano, priísta o panista, como delincuencia. La criminalización de la inconformidad social ha conducido a una cerrazón total de comprensión social y jurídica de la inconformidad social; por lo tanto, el surgimiento de una guerra social sería un trastocamiento no sólo de la estructura política del país, sino de la inercia de conceptualización política de la inconformidad social en México. Esta resistencia retórica del país nos impide comprender a qué grado la crisis del narcotráfico y de las organizaciones guerrilleras en México constituyen ya un preámbulo de guerra civil.”

–¿Los grupos guerrilleros en México tienen fuerza?

–No sabemos el nivel de penetración que tienen las organizaciones guerrilleras. Por los comunicados recientes del Ejército Popular Revolucionario (EPR), o por las entrevistas que ha dado, podemos suponer que hay un crecimiento de las bases sociales. No sabemos cuál es la extensión del crimen organizado del país, cuál es el nivel de infiltración que el crimen organizado ha conseguido en las estructuras policiales y castrense, e incluso políticas y administrativas del país.

Montemayor aseguró que México “ha perdido de manera significativa el control de la información de seguridad nacional que podría tornar comprensible el desarrollo de la inconformidad social legal, clandestina y armada, y por otro lado el crecimiento de las organizaciones del crimen organizado”, por lo que “es lógico que si el Estado ha perdido el control de la economía, de las empresas públicas y de los puntos neurálgicos de mercado interno y de control económico, es lógico que haya perdido también el control de la seguridad interna, política y social”.


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miércoles, 23 de julio de 2008

"Hay una enorme distancia entre la clase política y la sociedad y eso en sí ya es una revolución": Ignacio Marvan (CIDE).

■ El distanciamiento poder-sociedad es en sí mismo una clave, señala

En 2010 no estallará una nueva revolución, dice Ignacio Marván

Mariana Norandi. La Jornada.

Con motivo del bicentenario de la Independencia de México, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y la Fundación Conmemoraciones 2010 llevarán a cabo, a partir del próximo miércoles, el proyecto Historia crítica de las modernizaciones en México, que establecerá siete mesas de trabajo interdisciplinarias, las cuales reunirán a 60 expertos nacionales e internacionales para analizar y reflexionar sobre las experiencias de cambios, retrocesos, tensiones y contradicciones que se han dado en el país desde 1750 hasta nuestros días.

Con ello se quiere llevar los problemas del presente al pasado, examinarlos desde una perspectiva crítica y demostrar que la historia está muy relacionada con la problemática actual. El resultado de estas mesas será recopilado en siete tomos, que publicará el Fondo de Cultura Económica, como excitativa a descubrir una historia novedosa en ésta y nuevas generaciones.

Ignacio Marván Laborde, director de la División de Estudios Políticos del CIDE, y principal impulsor del proyecto, explica algunos aspectos de este trabajo y afirma que en 2010 no estallará una tercera revolución en México (con lo cual se cumpliría la predicción 1810, 1910, 2010), ya que el actual distanciamiento entre el poder y la sociedad es en sí mismo “una revolución”.

–¿Cómo surge este proyecto? –se le preguntó.

–Yo trabajé mucho la historia del siglo XX y le pedí a Clara García, que es especialista en el periodo colonial, y a Ericka Pani, experta en el siglo XIX, que reuniéramos esas etapas para romper con la historia lineal, así como con esa otra que fue la consigna panista para llegar al poder y que ve los 70 años del PRI como iguales. Este proyecto ve la historia con sus zigzagueos, como un proceso no lineal de evolución y modernización donde las elites que quieren imponer cambios se encuentran con diferentes reacciones de la sociedad y resultados inesperados.

–¿Qué es lo que no aprendemos de la historia?

–De la historia tenemos que aprender qué es nuevo y qué no. Por ejemplo, 1893 fue el año de mayor conflicto del Porfiriato entre el régimen y las comunidades indígenas por la conservación de las tierras, y en Guerrero hubo una rebelión en contra del ferrocarril, por lo que Porfirio Díaz prefirió la paz social al “progreso”. Algo muy parecido al proyecto tecnócrata de San Salvador Atenco, donde se quería construir un nuevo aeropuerto; finalmente hay valores de los pueblos que se imponen. Por tanto, más que pensar por qué no aprendemos de la historia, debemos aprender que México es un país complejo, con una sociedad heterogénea donde la vieja idea priísta del proyecto de nación es inviable.

–¿Cómo se transmiten las modernizaciones en un país tan asimétrico? –se le insistió.

–La educación había sido en el siglo XIX la gran puerta a la modernidad social para llegar a la igualdad. Sin embargo, hoy tenemos más alfabetización y peor educación y ésta es uno de los factores crecientes de desigualdad.

–¿Existe hoy más desigualdad que en el siglo XIX?

–En aquel entonces había más analfabetos, pero todos lo eran. Por tanto, hoy la educación se volvió un factor de desigualdad y de inmovilidad social que no reduce las brechas entre clases. Así, en términos relativos hay más desigualdad, no necesariamente en términos de pobreza absoluta, aunque también puede haberla. En aquella época la economía rural tenía mecanismos para la subsistencia y ahora las personas que están en la subsistencia tienen menos oportunidades que cuando esa economía representaba una parte más importante de la economía general.

“Actualmente los tecnócratas abandonaron las comunidades por no considerarlas rentables y esperan que esa población emigre a las ciudades y se integre a los servicios.”

–Los países de América Latina celebran su bicentenario independentista. ¿Qué características históricas nos diferencian dentro del contexto regional?

–Todos los países están celebrando independencia al mismo tiempo, pero el caso mexicano se distingue porque, así como en el resto de los países, la independencia la realizó una elite criolla; en México fue una rebelión popular. Otra característica es que los países que tenían regímenes modernizadores, pero autoritarios como el Porfiriato, la democratización se dio de manera paulatina, y en México se produce por medio de una guerra civil. Finalmente, en el siglo XX, en América Latina las transiciones de dictaduras a democracias se dan por rupturas muy claras; en México nunca queda claro dónde acaba el antiguo régimen y dónde comienza el nuevo. En 2000 hubo expectativas de cambio y en 2006, tras el fraude electoral, hubo una regresión.

–¿Los mexicanos conocemos poco de nuestra historia?

–Hay visiones muy claras y populares que están profundamente enraizadas. Si se hace una encuesta de cuál fue el mejor presidente de México, todo mundo dice Lázaro Cárdenas. Sin embargo, se ha ido perdiendo el valor de enseñar historia en la primaria y ponen más matemáticas. Este abandono del conocimiento histórico tiene que ver con el deterioro que ha tenido el país en los pasados 30 años. Y no entiendo cómo se quiere articular y fortalecer una comunidad política sin enseñarle su historia.

–Revisando los momentos prerrevolucionarios, ¿se podría esperar una nueva revolución en nuestro país?

–En el mundo es difícil que se dé una revolución que no sea pacífica, aunque eso no quiere decir que no haya convulsiones. Ya no pensemos en el cataclismo 1810, 1910, 2010: México ya está convulsionado. Hay una enorme distancia entre la clase política y la sociedad y eso en sí ya es una revolución y no le veo una perspectiva de estabilización a corto plazo. Un pueblo tan distante del poder es un pueblo alerta.



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