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sábado, 22 de septiembre de 2012

El último día de Salvador Allende


El último día de Salvador Allende

Por Fidel Castro Ruz

Nosotros nos vamos a referir esencialmente al carácter de combatiente y de soldado de la revolución del presidente Allende el 11 de septiembre.

A las 6 y 20 de la mañana de ese día, el presidente recibió una llamada telefónica en su residencia de Tomás Moro informándole del golpe militar en desarrollo. De inmediato pone en estado de alerta a los hombres de su guardia personal y toma la firme decisión de trasladarse al Palacio de la Moneda para defender, desde su puesto de presidente de la república, al gobierno de la Unidad Popular. Lo acompaña una escolta de 23 hombres, armados con 23 fusiles automáticos, dos ametralladoras calibre 30 y 3 bazucas, que se traslada con el presidente en cuatro automóviles y una camioneta al Palacio Presidencial, donde llegan a las 7 y 30 de la mañana.

Portando su fusil automático, el presidente, acompañado por la escolta, penetró por la puerta principal de La Moneda. A esa hora la protección habitual de carabineros se mantenía normal en el palacio.

Ya en el interior se reunió con los hombres que lo acompañaban, les informó de la gravedad de la situación y su decisión de combatir hasta la muerte defendiendo al gobierno constitucional, legítimo y popular de Chile frente al golpe fascista, analizó los efectivos disponibles y dictó las primeras instrucciones para la defensa del Palacio.

Siete miembros del Cuerpo de Investigaciones arribaron para sumarse a los defensores. Las postas de carabineros, mientras tanto, se mantenían en sus puestos y algunos adoptaban medidas para la defensa del edificio. Un pequeño grupo de la escolta personal custodia la entrada del despacho presidencial con instrucciones de no dejar pasar ningún militar armado, para evitar una traición.

En el espacio de una hora se dirige tres veces por radio al pueblo expresando su voluntad de resistir.

Pasadas las 8 y 15, por los citófonos de Palacio la junta fascista conmina al presidente a la rendición y la renuncia de su cargo, ofreciéndole un transporte aéreo para abandonar el país en compañía de sus familiares y colaboradores. El presidente les responde que "como generales traidores que son no conocen a los hombres de honor" y rechaza indignado el ultimátum.

El presidente sostiene en su despacho una breve reunión con varios altos oficiales del Cuerpo de Carabineros que habían acudido a Palacio, los cuales rehúsan cobardemente en aquel instante defender al gobierno. El presidente los reprocha duramente y los despide con desprecio, conminándolos a que abandonen de inmediato el lugar. Mientras se efectuaba esta reunión con los jefes de Carabineros llegaron los tres edecanes militares; el presidente les expresa que no era momento para confiar en los uniformados y les pide que se retiren de La Moneda. No obstante, el presidente se despide con afecto del comandante Sánchez, que había sido su eficiente edecán por la Fuerza Aérea durante varios años.

Minutos después de retirarse los edecanes y los altos oficiales de los Carabineros, el teniente jefe a cargo de la Guarnición de Carabineros del Palacio Presidencial, obedeciendo órdenes de su jefatura, instruye a un carabinero que recorra el edificio impartiendo la orden de retirarse a los miembros de la guarnición, los cuales comienzan de inmediato a abandonar La Moneda, llevándose parte de su armamento. Lo mismo hacen los carros blindados de Carabineros, que hasta ese instante estaban en posiciones de defensa del palacio.

Un grupo de diez carabineros, acompañados del portador de la orden de retirada y cumpliendo, sin duda, instrucciones, cuando se retiraban por la escalera principal y ya próximos a la salida, vuelven sus fusiles intentando disparar contra el presidente, siendo enérgicamente ripostados por el personal de la escolta. Son estos los primeros disparos que se cruzan con los golpistas.

Mientras estos hechos ocurrían, numerosos ministros, subsecretarios, asesores, las hijas del presidente, Beatriz e Isabel, y otros militantes de la Unidad Popular, van arribando al palacio para estar junto al presidente en esas horas críticas.

A las 9 y 15 de la mañana aproximadamente, se realizan las primeras descargas desde el exterior contra Palacio. Tropas fascistas de infantería, en número superior a doscientos hombres, avanzaban por las calles de Teatinos y Morandé, a ambos lados de la Plaza de la Constitución, hacia el Palacio Presidencial, disparando contra el despacho del presidente. Las fuerzas que defendían el palacio no pasaban de cuarenta hombres. El presidente ordena abrir fuego contra los atacantes y dispara él personalmente contra los fascistas, que retroceden desordenadamente con numerosas bajas.

Los fascistas introducen entonces los tanques en el combate apoyados por infantería. Un tanque avanza por la calle Moneda, otro por Teatinos, otro por Alameda con Morandé y otro en dirección de la puerta principal por la Plaza Constitución. En ese instante, desde el propio despacho del presidente se abrió fuego de bazuca contra el tanque que estaba junto a la puerta principal, que fue totalmente destruido. Otros dos tanques concentran su fuego sobre el gabinete del presidente y un carro blindado dispara sus ametralladoras hasta la Secretaría Privada y la oficina de escoltas. Varias piezas de artillería, situadas por el lado de la Plaza Constitución, disparan también contra Palacio.

El presidente recorre las distintas posiciones de combate alentando y dirigiendo a los defensores. La lucha violenta se prolonga más de una hora, sin que los fascistas logren avanzar una pulgada.

A las 10 y 45 el presidente reúne en el Salón Toesca a los ministros, subsecretarios y asesores que habían acudido a Palacio para estar junto a él, y les expresa que la lucha en el futuro necesitaría de conductores y cuadros, que todos los que estaban desarmados debían abandonar La Moneda en la primera ocasión posible y todos los que tenían armas debían continuar en sus puestos de combate. Naturalmente que ninguno de los colaboradores que carecían de armas estuvo de acuerdo con esta tesis del presidente; tampoco las hijas del presidente y demás mujeres que se encontraban en La Moneda, se resignaban a abandonar el palacio.

El combate prosiguió violento. Por los citófonos de Palacio los fascistas lanzan rabiosamente nuevos ultimátums, anunciando que si los defensores no se rinden emplearían de inmediato la Fuerza Aérea.

A las 11 y 45 el presidente se reúne con las hijas y restantes mujeres que en número de nueve se encontraban en el palacio, ordenándoles con toda firmeza que debían abandonar La Moneda, pues consideraba que no tenía sentido que murieran allí indefensas. Y de inmediato solicitó de los sitiadores una tregua de tres minutos para evacuar el personal femenino. Los fascistas no conceden la tregua, pero sus tropas comenzaban en esos instantes a retirarse de los alrededores de Palacio, para llevar a cabo el ataque aéreo, lo que produjo un impasse en el combate que permitió la salida de las mujeres.

A las 12 aproximadamente comienza el ataque de la aviación. Los primeros rockets cayeron en el Patio de Invierno que está en el centro de La Moneda, perforando los techos y estallando en el interior de las edificaciones. Nuevas oleadas de aviones y nuevos impactos se suceden unos tras otros, inundando de humo y de aire tóxico todo el edificio. El presidente da órdenes de recolectar todas las máscaras antigases, se interesa por la situación del parque y exhorta a los combatientes a resistir firmemente el bombardeo.

El parque de los fusiles automáticos de la guardia personal del presidente se estaba agotando después de casi tres horas de combate, por lo que el presidente ordenó derribar de inmediato la puerta de la armería de la Guarnición de Carabineros del palacio, donde podía encontrarse parte del armamento de aquélla. Al impacientarse por la tardanza de la información sobre dichas armas, él mismo, cruzando el Patio de Invierno se dirigió a la armería y observando que se demoraban en derribar la puerta ordenó que se emplearan granadas de mano en la operación, lográndose abrir un boquete en el cuarto de armas, de donde extrajeron cuatro ametralladoras calibre 30 y numerosos fusiles Sik, gran cantidad de parque, máscaras antigases y cascos.

El presidente ordena que todo se lleve de inmediato a los puestos de combate y personalmente recorre los dormitorios de los carabineros, recogiendo fusiles Sik y otros armamentos que allí quedaban. El propio presidente cargó sobre sus hombros numerosas armas para reforzar los puestos de combate, exclamando: «Así se escribe la primera página de esta historia. Mi pueblo y América escribirán el resto», lo que produjo profunda emoción en todos los que lo acompañaban.

Mientras el presidente transportaba pertrechos desde la armería, de nuevo se reanuda el ataque aéreo con violencia. Una explosión quebró cristales próximos al sitio donde se encontraba el presidente, lanzando fragmentos de vidrio que lo hieren por la espalda. Fue ésta la primera herida que sufrió. Mientras recibía atención médica ordenó que continuara el traslado de las armas, y no cesaba de preocuparse por la suerte de cada uno de los compañeros.

Minutos después los fascistas reanudan violentamente el ataque, combinando la acción de la Fuerza Aérea con la artillería, los tanques y la infantería. Según los testigos presenciales, el ruido, la metralla, las explosiones, el humo y el aire tóxico convirtieron al palacio en un infierno. No obstante la instrucción dada por el presidente de que se abrieran todos los grifos y llaves de agua para evitar el incendio de la planta baja, el palacio comienza a arder por el ala izquierda y las llamas se propagan hacia la Sala de los Edecanes y el Salón Rojo. Pero el presidente, que no se desalentó un solo instante, ni en los momentos más críticos, ordena hacer frente al ataque masivo con todos los medios disponibles.

Tuvo lugar entonces una de las mayores proezas del presidente. Mientras el palacio estaba envuelto en llamas se arrastró bajo la metralla hasta su gabinete, frente a la Plaza Constitución, tomó personalmente una bazuca, la dirigió contra un tanque situado en la calle Morandé -que disparaba furiosamente contra Palacio- y lo puso fuera de combate con un impacto directo. Instantes después otro combatiente pone fuera de acción un tercer tanque.

Los fascistas introducen nuevos carros blindados, tropas y tanques por la calle Morandé 80, intensificando el fuego por la puerta de acceso a La Moneda, mientras el palacio continuaba ardiendo. El presidente desciende a la planta baja con varios combatientes para repeler el intento de los fascistas de penetrar al interior del palacio desde la calle Morandé, rechazándolo.

Los fascistas suspenden entonces el fuego en ese sector y piden a gritos dos representantes del gobierno con carácter de parlamento. El presidente envía a Flores, secretario general de Gobierno y a Daniel Vergara, subsecretario del Interior, quienes salen por la puerta de la calle Morandé y se dirigen a un jeep militar que se encontraba enfrente. Esto tenía lugar aproximadamente a la una de la tarde. Flores y Vergara conversan con un alto oficial que se encontraba en dicho jeep. Al regresar a Palacio y ya próximo a la entrada, desde el mismo jeep les disparan a traición, recibiendo Flores un impacto en la pierna derecha y Daniel Vergara varios disparos por la espalda, que lo abatieron, siendo recogido por sus compañeros bajo el fuego protector de otros defensores.

Los fascistas habían pedido el parlamento para exigir de nuevo la rendición, ofreciendo facilidades al presidente y los defensores para abandonar Palacio y dirigirse al destino que escogieran. El presidente reiteró de inmediato su decisión de combatir hasta la última gota de sangre, interpretando no sólo su deseo, sino el de todos los heroicos defensores de Palacio. Desde la planta baja resistieron las embestidas procedentes de Morandé, mientras la entrada principal de Palacio estaba ya prácticamente destruida.

Próximo a la 1 y 30, el presidente sube a inspeccionar las posiciones de la planta superior. A estas alturas numerosos defensores habían perecido por la metralla, las explosiones o calcinados por las llamas. El periodista Augusto Olivares asombró a todos por su comportamiento extraordinariamente heroico. Habiendo sido herido grave, fue atendido y operado en la sala médica de Palacio, y cuando todos lo suponían yaciendo en una cama, con el arma en la mano ocupó de nuevo su puesto de combate en el segundo piso junto al presidente. Sería prolijo enumerar aquí los nombres y los actos de heroísmo de los combatientes que allí se destacaron.

Pasada la 1 y 30 los fascistas se apoderaron de la planta baja de Palacio, la defensa se organiza en la planta alta y prosigue el combate. Los fascistas tratan de irrumpir por la escalera principal. A las 2 aproximadamente logran ocupar un ángulo de la planta alta. El presidente estaba parapetado, junto a varios de sus compañeros, en una esquina del Salón Rojo. Avanzando hacia el punto de irrupción de los fascistas recibe un balazo en el estómago que lo hace inclinarse de dolor, pero no cesa de luchar; apoyándose en un sillón continúa disparando contra los fascistas a pocos metros de distancia, hasta que un segundo impacto en el pecho lo derriba y ya moribundo es acribillado a balazos.

Al ver caer al presidente, miembros de su guardia personal contraatacan enérgicamente y rechazan de nuevo a los fascistas hasta la escalera principal. Se produce entonces, en medio del combate, un gesto de insólita dignidad: tomando el cuerpo inerte del presidente lo conducen hasta su gabinete, lo sientan en la silla presidencial, le colocan su banda de presidente y lo envuelven en una bandera chilena.

Aun después de muerto su heroico presidente, los inmortales defensores del palacio resistieron durante dos horas más las salvajes acometidas fascistas. Sólo a las cuatro de la tarde, ardiendo ya durante varias horas el Palacio Presidencial, se apagó la última resistencia.

Muchos se asombrarán de lo que aquí se acaba de narrar. Y así es, sencillamente asombroso. La alta oficialidad fascista de los cuatro cuerpos armados se había levantado contra el gobierno de la Unidad Popular y sólo cuarenta hombres resistieron durante siete horas el grueso de la artillería, los tanques, la aviación y la infantería fascista. Pocas veces en la historia se escribió semejante página de heroísmo.

El presidente no sólo fue valiente y firme en cumplir su palabra de morir defendiendo la causa del pueblo, sino que se creció en la hora decisiva hasta límites increíbles. La presencia de ánimo, la serenidad, el dinamismo, la capacidad de mando y el heroísmo que demostró, fueron admirables. Nunca en este continente ningún presidente protagonizó tan dramática hazaña. Muchas veces el pensamiento inerme quedó abatido por la fuerza bruta. Pero ahora puede decirse que nunca la fuerza bruta conoció semejante resistencia, realizada en el terreno militar por un hombre de ideas, cuyas armas fueron siempre la palabra y la pluma.

Salvador Allende demostró más dignidad, más honor, más valor y más heroísmo que todos los militares fascistas juntos. Su gesto de grandeza incomparable, hundió para siempre en la ignominia a Pinochet y sus cómplices.

¡Así se es revolucionario!

¡Así se es hombre!

¡Así muere un combatiente verdadero!

¡Así muere un defensor de su pueblo!

¡Así muere un luchador por el socialismo!

Las ultimas palabras del compañero presidente Salvador Allende:

«Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano. Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.


¡TODO EL PODER AL PUEBLO!

viernes, 22 de junio de 2012

Ximena Ortúzar. Historia de los Movimientos Sociales en Chile.


Ponencia de la periodista chilena Ximena Ortúzar: “Historia de los Movimientos Sociales en Chile”.



¡TODO EL PODER AL PUEBLO!

sábado, 10 de octubre de 2009

Del EZLN al Pueblo de Chile y a la Juventud chilena

Al Pueblo de Chile:
A la Juventud Chilena:

Hermanos y hermanas de Chile.

Les hablo a nombre de las mujeres, hombres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, indígenas mayas en su inmensa mayoría, que resistimos en las montañas del sureste mexicano contra el neoliberalismo y por la humanidad.

Reciban todos y todas, jóvenes chilenos, nuestro saludo zapatista.

Agradecemos a los hermanos y hermanas que hoy nos dieron la oportunidad de que nuestra palabra llegue hasta el Chile rebelde.

Pedimos para ésta nuestra palabra, un lugar en su rabia de ustedes, en su dolor y, sobre todo, en su esperanza.

No voy a hablarles de los zapatistas mexicanos, de nuestra lucha, de nuestros anhelos, de nuestros sueños, de nuestras pesadillas, de nuestra resistencia. Después de todo, comparados con los hombres y mujeres, particularmente los paridos por estas tierras, que han iluminado los cielos de Latinoamérica, los zapatistas seguimos siendo aún una lucecita débil y lejana.

No, nuestra palabra es ahora para unir nuestro saludo y nuestro homenaje a un latinoamericano, a un chileno del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, caído en combate contra la dictadura pinochetísta el 5 de octubre de 1974.

Hoy nuestra palabra es para saludar a Miguel Enríquez Espinosa.

Y lo saludamos hoy, hoy que bajo los cielos de América Latina, ésa que duele del Bravo a la Patagonia, los poderosos nos ponen en las manos un puñito de polvo y nos dicen: "Esto es lo que queda de tu patria".

Y hoy, esos mismos, los de arriba, nos muestran las imágenes de la geografía que han impuesto en parte de nuestros suelos:

Donde había una bandera, hoy hay un centro comercial.

Donde había una historia, hoy hay un puesto de comida rápida.

Donde florecía el copihue, hoy hay un páramo.

Donde había memoria, hoy hay olvido.

En lugar de justicia, limosna.

En lugar de Patria, un montón de escombros.

En lugar de memoria, inmediatez.

En lugar de libertad, una tumba.

En lugar de democracia, un spot publicitario.

En lugar de realidades, cifras.

Ellos, los de arriba, nos dicen: "Éste es el futuro que te prometimos, disfrútalo".

Eso nos dicen y mienten.

Este futuro se parece demasiado al pasado.

Y, si miramos con atención, tal vez veamos que ellos, los de arriba, son los mismos de ayer.

Los que, igual que ayer, hoy nos piden paciencia, madurez, sensatez, resignación, rendición.

Esto ya lo hemos visto, lo hemos oído antes.

Los zapatistas recordamos. Sacamos la memoria de nuestras mochilas guerrilleras, de nuestros bolsillos de los uniformes de campaña.

Recordamos.

Porque hubo un tiempo en que toda la América Latina estaba aquí nomasito.

Bastaba estirar la mano y se tocaban los corazones de los pueblos latinoamericanos.

Bastaba voltear un poco la mirada y ahí estaban el relámpago desparramado del Amazonas, la cicatriz indeleble de los Andes, el soberbio estar del Aconcagua, la interminable Tierra de Fuego, el siempre inquieto Popocatépetl.

Y con ellos estaban los pueblos que les dieron nombre y vida.

Porque hubo un tiempo en que Chile y todos los países de la América Latina quedaban más cerca de México que el imperio que, desde el norte geográfico y social, impone lejanías a quienes compartimos la vecindad de la historia.

Hubo un tiempo.

Tal vez todavía es ese tiempo.

Hoy, como ayer, el dinero hermana soberbias.

Hoy, como ayer, de la mano de las poderosas transnacionales, el poder militar extranjero pretende hoyar nuestros suelos, a veces embozado en uniformes de ejércitos locales, o con asesores, embajadas, consulados, agentes encubiertos.

Hoy, como ayer, esos dineros intentan comprar certificados legales de impunidad para los gorilas que les sirvieron y que, siempre lo supimos, cuando decían "Patria" no hablaban de Chile, de Argentina, de Uruguay, de Bolivia, de Brasil. No, la bandera que saludaban era la de las barras y las turbias estrellas.

Hoy, como ayer, el norte revuelto y brutal cerca y pretende asfixiar esa solitaria estrella de dignidad que brilla en el caribe.

Hoy, como ayer, los gobiernos de algunos de nuestros países le sirven de triste comparsa en el innoble empeño de doblegar al pueblo de Cuba.

Hoy, como ayer, el imperio que se abroga el papel de policía mundial y atropella leyes, razones, pueblos, es el mismo.

Hoy, como ayer, quien pretende desestabilizar a gobiernos legales y legítimos, pero que no le son subordinados (ayer Chile, hoy Venezuela, siempre Cuba), es el mismo.

Hoy, como ayer, aquel sistema que se erige sobre la mentira, el engaño, el fraude, la dictadura del dinero, pretende damos lecciones de democracia, de libertad, de justicia.

Hoy, como ayer, quien democratiza el dolor, la miseria, la muerte para los pueblos de nuestra América, es el mismo.

Hoy, como ayer, quien persigue, quien tortura, quien encarcela, quien mata, es el mismo.

Hoy, como ayer, se nos hace la guerra, en veces con balas, en veces con programas económicos, siempre con mentiras.

Hoy, como ayer, el terror real, el que de arriba viene, llama al dios para justificarse.

Hoy, como ayer, se pretende ocultamos que sí, que es un dios quien los alienta, pero es el dios del dinero.

Hoy, como ayer, en algunos países los pusilánimes son gobiernos.

Hoy, como ayer, las claudicaciones se disfrazan con argumentos complejos, encuestas, trajes de marcas exclusivas, espejos vueltos del revés.

Tal vez todavía es ese tiempo.

Tal vez no.

Porque hoy, el nuevo y complicado ropaje con el que se viste la brutalidad de la ganancia para los menos, a costa de la pérdida para los más, lleva adelante una verdadera guerra mundial contra la humanidad.

Naciones enteras son desvastadas.

Se conquistan territorios.

Se reordena la geografía mundial.

Se derrumban las fronteras para los dineros y se alzan para los pueblos.

Las culturas históricas de nuestros pueblos tratan de ser suplantadas por frivolidades instantáneas.

En algunos países, en lugar de gobiernos nacionales hay gerencias regionales.

Se malbaratan los recursos naturales, la tierra, la historia; y sobre las cordilleras que zurcen y unen América desde el sur del Bravo hasta la Tierra de Fuego, quieren plantar un letrero que anuncia, que advierte, que amenaza: "Se vende ".

Los pobres, los desposeídos, es decir, quienes forman la inmensa mayoría de la humanidad, son confiscados y clasificados.

Confiscados de su dignidad, clasificados en las periferias de las grandes ciudades, en las orillas de los programas gubernamentales, en los rincones del futuro que ahora se decide, en algunos países, no en los parlamentos o en las casas nacionales de gobierno, sino en las juntas de accionistas de las multinacionales.

Hoy la explotación es más brutal que nunca antes en la historia de la humanidad, hoy el cinismo es credo filosófico de quienes pretenden gobernar el planeta, es decir, de quienes tienen todo, menos vergüenza.

Hoy la guerra contra la humanidad, es decir, contra la razón, es más mundial que nunca antes.

Hoy la guerra es en todos los frentes y en todos los países.

Si ayer era un deber oponerse, luchar, resistir frente a la estúpida lógica de la ganancia, hoy es, simple y llanamente, un asunto de supervivencia individual, local, regional, nacional, continental, mundial.

Hermanos y hermanas de Chile:

Hubo un tiempo en que toda la América Latina quedaba aquí nomasito.

Tal vez todavía es ese tiempo.

Tal vez la memoria colectiva que, como latinoamericanos nos da identidad, tome nombres y fechas en el calendario para decir, para decimos, que hay una patria más grande que la que nos da bandera.

¿Con cuántos nombres se viste el calendario del dolor de nuestras tierras?

Sí en nuestra América, Ernesto Che Guevara es uno de los nombres con el que Octubre se levanta, el calendario de los de abajo que somos se ilumina cuando se llama Turcios Lima y Yon Sosa en Guatemala, Roque Dalton en El Salvador, Carlos Fonseca en Nicaragua, Camilo Torres en Colombia, Carlos Lamarca y Carlos Marighela en Brasil, Inti y Coco Peredo en Bolivia, Raúl Sendic en Uruguay, Roberto Santucho en Argentina, César Yáñez en México.

Y sólo nombro a algunos de los muchos que decidieron en nuestra América Latina, en su tiempo y en su modo, ponerle un gatillo a la esperanza y que, a la dosis de ternura que nos exige Latinoamérica para amarla, agregaron una cierta dosis de plomo... y de sangre... su sangre.

El problema con todos esos que duelen en el calendario, es que no se van así nomás. No, al contrario, se van dejándonos como una deuda, como algo que debemos saldar para poder nombrarlos sin vergüenza, sin pena.

Hay quien señala que aquellos hombres y mujeres que tomaron y toman como camino la rebeldía armada tuvieron, o tienen, una fascinación por la muerte, vocación para el martirio, ansias mesiánicas; que sólo desean un lugar en las canciones de protesta, en las poesías, en los corridos populares, en las camisetas juveniles, en los puestos de souvenirs del turismo revolucionario.

Hay quien piensa y dice que las causas se derrotan cuando mueren quienes las luchan, es decir, quienes las viven.

Hay quien dice que el doloroso octubre latinoamericano rompió en pedazos la esperanza en Chile, en Uruguay, en Argentina, en Bolivia, en México, en toda la América Latina.

Puede que sea así

Pero puede que no,

Puede ser que quienes, como Miguel, se armaron para decir "No", en realidad estaban diciendo "Sí" a un mañana entonces lejano.

Puede ser que quienes, como Miguel, pusieron fuego a su palabra, no lo hicieron para incendiar con la muerte, sino para iluminar la vida.

Puede ser que quienes, como Miguel, pensaron y dispararon, no lo hicieron para tener un lugar en el museo de la nostalgia revolucionaria, sino para que los pueblos, todos, tuvieran un lugar en el mundo.

Puede ser que el calendario en el que transcurra el mañana no tenga nombres o, mejor aún, tenga todos los nombres.

Porque puede ser que para eso fue que las ausencias que dolemos en cada mes latinoamericano, pusieron una crucecita en el calendario, como la que duele este 5 de octubre.

Puede ser, porque esas ausencias, en lugar del hueco, dejan las ganas de luchar la esperanza, que es así como nosotros los zapatistas decimos "cambiar el mundo ".

Puede ser.

Puede ser que la esperanza se alimente, como nuestra América, de la memoria.

Y puede ser que la memoria no sea otra cosa que el pegamento para volver a unir la esperanza que se ha roto en el calendario que nos imponen.

Puede ser que esa memoria, la que hoy nos convoca y vuelve a poner a la América Latina aquí nomasito, no sea una herencia que esos dolores nos legaron, sino un deber que nos marcan.

Puede ser.

Tal vez para saberlo es que estamos aquí, incluso los que no estamos.

Porque puede ser que el hoy no sea igual al ayer.

Un revolucionario chileno, de ésos que hacían temblar cuando empuñaban una guitarra, Víctor Jara, tal vez pensando en los tiempos que hoy cargamos, dijo, nos dijo, nos dice que "Es difícil encontrar en la sombra claridad, cuando el sol que nos alumbra descolora la verdad". Y dijo, nos dijo, nos dice. "Ojalá encuentre camino para seguir caminando ".

Y fue en tierras chilenas, hace mucho tiempo, que Manuel Rodríguez dijo, nos dijo, nos dice, como mostrando el camino, "Aún tenemos Patria ciudadanos ".

Y otro uno, también chileno, aquí nomás cerca y bajo la metralla que le buscaba el corazón, tuvo la entereza y sabiduría para decir, para decirnos, "más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor"

Puede ser que el hoy no sea igual al ayer.

Puede ser que se hayan aprendido las lecciones y, pronto, donde antes se emborronaban cuartillas en la historia latinoamericana, se enmendará la letra y terminará por leerse, con la claridad de quienes miran desde abajo, que "democracia" , "libertad" y "justicia" son palabras graves y que se acentúan en el corazón, es decir, en el lado izquierdo del pecho colectivo que somos.

Quisiera decir que venceremos, que no nos moverán, que el futuro será nuestro, que romperemos mil cadenas, que la libertad es un horizonte cercano; pero nosotros los zapatistas creemos que no será así porque lo depare un destino oculto o manifiesto, sino porque trabajemos y luchemos por ello.

Hermanos y hermanas:

Esto quiere decirles nuestra palabra:

Bien haya la vena abierta de América Latina que se llama Chile y que tiene en la sangre no a la ITT, no a la Anaconda Copper, no a la United Fruit, no a la Ford, no al Banco Mundial, no a Pinochet, ni a los nombres con los que ahora se visten unas y otros, sino a sus obreros, sus campesinos, sus estudiantes, sus mapuches, sus mujeres, sus jóvenes, su Víctor Jara, su Violeta Parra, su Salvador Allende, su Pablo Neruda, su Manuel Rodríguez, su Miguel Enríquez, su memoria.

Hermanos y hermanas de Chile:

Reciban todos y todas el saludo de quienes los admiramos y queremos, nosotros, los zapatistas mexicanos.

¡Salud Chile!

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Octubre del 2009


P.D. Disculpen si mis palabras no han sido una arenga, como si lo fue la vida y la muerte de quien, treinta años después, hoy nos llama. En realidad nosotros sólo queríamos aprovechar este acto para pedirles a todos ustedes, humildemente, respetuosamente, que, en nuestro nombre, pongan un rojo copihue en la tierra que lo guarda, y que le digan a él que acá, en las montañas del sureste mexicano. Octubre también se llama Miguel.


¡TODO EL PODER AL PUEBLO!

sábado, 26 de enero de 2008

El gobierno de Chile prefiere la muerte de la comunera mapuche en huelga de hambre antes que responder a sus peticiones

La izquierda chilena gobernando con la superestructura juridica de la dictadura derechista.



Para las organizaciones políticas, sociales o culturales, de carácter popular, no es ninguna novedad que en nuestras luchas por la justicia y la felicidad para los pobres y marginados, el enemigo, el antagonista a estos objetivos, sea el Estado chileno, por la sencilla razón que este Estado no es democrático. Por ejemplo, el Poder Ejecutivo en Chile, en muchos aspectos, se comporta igual que en la Dictadura Militar.

Abner Vega Cabrera (vocero de Inquietando Desde el Margen)


Viernes 25 de enero de 2008

Cuando Francisco Vidal, vocero del gobierno de Michelle Bachelet, dice que “en Chile existe un estado de derecho”, se está refiriendo a un Estado de Seguridad Nacional, que defiende una economía de capitalismo salvaje, heredado de la Dictadura de Pinochet.

De hecho, la Presidenta Bachelet, dijo este lunes 21 que el llamado “segundo tiempo” de su gobierno va a tener como primera prioridad la mantención del orden público y que “lo vamos a mantener con toda la fuerza de la ley”. Lo que ella no señala, es que el orden a que se refiere es el silenciamiento de la protesta popular a como de lugar y la ley que se aplicará es la Constitución Política de 1980 (aprobada fraudulentamente durante la Dictadura Militar) y leyes como la Antiterrorista, creada y usada por Pinochet para justificar el terrorismo de Estado contra la oposición y que la Concertación la ha usado para reprimir la protesta social y en particular las luchas reivindicativas del Pueblo Nación Mapuche.

Necesaria solidaridad mutua entre chilenos y mapuche

El movimiento mapuche desarrolla un proceso de lucha, independiente de las luchas de las organizaciones populares chilenas. Si no somos capaces de entender esto, seguiremos cometiendo muchos errores que en el pasado llevaron a la invisibilización de las luchas propias de este pueblo y a la legítima desconfianza de sus organizaciones respecto de las nuestras. Ahora, como el enemigo de las organizaciones populares chilenas es el mismo Capitalismo que explota y domina al pueblo mapuche y el mismo Estado que garantiza las condiciones para que el empresariado aumente su capital; es nuestro deber la solidaridad mutua y la coordinación de las luchas chilenas y mapuche.

En el sur de nuestro país, en las comunidades mapuche, existe un verdadero estado de sitio (situación de guerra), es la militarización que denuncia Patricia Troncoso, la Chepa, con una Huelga de Hambre en la que ya cumplió 105 días sin ingerir alimentos.

Esta militarización incluye allanamientos sin orden judicial por contingentes de más de 100 hombres armados que se trasladan en buses, tanquetas y helicópteros; hostigamientos que incluyen, controles por los caminos, destrozos de puertas, vidrios, muebles, cercos y sembrados; trato abusivo y degradante, que incluye bofetadas, culatazos de armas, amenazas con armas a niños, ancianos y mujeres; sustracción de bienes, etc.

Secuestro y tortura de Patricia en el Hospital de Chillán

En los últimos días a Patricia la mantienen virtualmente secuestrada, ya que la trasladaron al Hospital de Chillán en contra de su voluntad, la de su familia e incluso contra la recomendación del equipo médico nombrado por el propio gobierno para realizar un informe hace unos días, ya que ellos habían planteado la necesidad de su traslado a Santiago. En Chillán la han mantenido en la Unidad de Pensionados, ya que la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), que es donde debería permanecer, está en remodelación; allí está sin un aparato de respiración artificial; el Hospital no cuenta con algunos médicos especialistas (por ejemplo, un nefrólogo o un inmunólogo), ya que se encuentran de vacaciones; el suero que le suministran se debe mandar a buscar a Santiago, etc.

Pero más grave aún, quienes realmente están a cargo de ese recinto son agentes de inteligencia, de hecho quién ha informado a la prensa del estado de salud de la comunera, ni siquiera a sido el Director del Hospital, sino que los médicos de Gendarmería (guarda cárceles), quienes han mentido descaradamente respecto del estado de salud y las condiciones en que mantienen a la Chepa; las integrantes del equipo médico de confianza de Patricia no han tenido acceso a las fichas clínicas, ni a resultados de exámenes y muchos informes médicos son de carácter secreto; los funcionarios del Hospital permanecen atemorizados por el control y las amenazas de represalias, si muestran gestos de simpatía por Patricia o hacia los manifestantes que la apoyan, lo que ha llevado al Presidente del Colegio Médico en Ñuble (provincia a la que pertenece Chillán) a denunciar por la prensa el “secretismo que reina en el Hospital” y que este se ha convertido en una cárcel de alta seguridad.

Además, la Chepa ha sido sometida a una verdadera tortura, permanece con prohibición de recibir visitas; el personal que la resguarda come delante de ella; se le ha mantenido amarrada de brazos, piernas y cintura; se le ha drogado para hacerle injerir complementos alimenticios contra su voluntad, violando la declaración de Malta sobre personas en Huelga de Hambre, adoptada por la Asociación Médica Mundial en 1991 y revisada el 2006, que señala que no es ético forzar a alimentarse a los huelguistas de hambre.

Ella se ha resistido con todas sus fuerzas, producto de lo cual está cubierta de hematomas. Este martes 22 fue ingresada a pabellón de operaciones para instalarle un catéter endovenoso, por la fuerza y poniendo una vez más en riesgo su vida. Sin embargo, ella volvió a manifestar que no va a aceptar ingerir ningún alimento, mientras no existan compromisos firmados y con fechas sobre los beneficios que ella pide para ella y otros 2 comuneros.

Por último, este martes ella planteó, en caso que el Estado y el gobierno de Bachelet la deje morir sin atender a sus peticiones, su deseo de ser enterrada en una comunidad mapuche.

Es necesario y urgente redoblar las movilizaciones de apoyo

El estado de salud de Patricia es realmente grave, un desenlace fatal puede ocurrir en cualquier momento y ante este panorama, las organizaciones populares chilenas y de solidaridad con la causa mapuche no hemos sido lo suficientemente constantes, ni hemos tenido la coordinación que provoque hechos políticos de magnitud.

Ya no sirven las acciones destinadas a sensibilizar a la ciudadanía, ni las acciones aisladas sin trascendencia nacional e internacional, ya que lo único que puede quebrar la insensibilidad del gobierno es la presión internacional.

En este sentido, se hace necesario realizar acciones coordinadas a escala nacional e internacional, por ejemplo, multiplicar huelgas de hambre en varias ciudades del país y jornadas nacionales de protesta.

Pedimos a todas las organizaciones populares chilenas que hagamos un esfuerzo adicional y que este jueves 24 realicemos diversas acciones de protesta durante todo el día y que preparemos para las 19.00 hrs., la realización de marchas masivas, donde sugerimos asistir con casaquillas amarillas que digan IMPUTADO POR SER MAPUCHE, en todas las ciudades y pueblos del país.

Para el jueves, llamamos también a realizar acciones frente a todas las embajadas y consulados chilenos en el mundo. También les pedimos hacer un esfuerzo extra para hacer llegar informaciones a todas las agencias internacionales de noticias.

¡Manifestemos, protestemos, denunciemos!
¡Exijamos tierra, justicia, libertad y dignidad!
¡Por la libertad de todas las y los Prisioneros Políticos Mapuche!
¡Por el fin de la militarización de Wallmapu!
¡Por la derogación de la Ley Antiterrorista!
¡Contra el Femicidio de Estado!
¡Contra el Etnocidio!

PATRICIA TIENE QUE VIVIR, PATRICIA LIBRE AHORA


¡TODO EL PODER AL PUEBLO!